Tras una breve pausa, no podía volver si no era con otra receta a base de garbanzos. Este es uno de mis platos más socorridos por lo fácil, rápido, nutritivo y delicioso que es. Y tranquila, si no te gusta el kale, puedes poner la hoja verde que quieras, acelgas o espinacas.
Las cantidades son prácticamente a ojo, según cómo prefieras que sea el tamaño de las raciones. A mí me gusta usar una buena cantidad de kale o espinaca, ya que al empezar a cocinarse reducen muchísimo su volumen.
INGREDIENTES
- Garbanzos cocidos
- 1 diente de ajo picado muy pequeño
- 1 cucharadita y media de semillas de sésamo
- 1/2 cucharadita de pimentón de la vera
- 1/4 cucharadita de comino en polvo
- 1/2 cucharadita de jengibre en polvo
- 2 ó 3 cucharadas de salsa de tomate
- Sal y pimienta al gusto
- Aceite de oliva virgen extra
RECETA
- En una cucharada de aceite de oliva calienta las especias unos segundos a fuego bajo. Rápidamente añade el ajo picado y mueve la sartén para que se dore ligeramente y poco a poco, sin que llegue a tostarse.
- A continuación añade los garbanzos ya escurridos y añade la sal. Saltea tres o cuatro minutos moviéndolos constantemente para que no «salten».
- Añade la salsa de tomate y mezcla con un chorrito de agua. El agua ayudará a que, conforme vaya evaporando, nos quede todo más jugoso. Remueve hasta que veas las primeras burbujas de ebullición. RECUERDA: es una salsa, no una sopa.
- Añade las hojas de kale. Recuerda que en un primer momento parecerá una montaña enorme sobre la sartén, pero encogerá tras un par de minutos. TRUCO: mezcla todo con la ayuda de unas pinzas, será más fácil cuando la sartén está «tan llena».
- Cuando las hojas han encogido, tras unos 4 minutos, añade las semillas de sésamo y mezcla de nuevo.
Está delicioso recién hecho, pero también es un plato ideal para llevar al trabajo en una fiambrera de vidrio.
